PROGRAMA PARA LA TRANSFORMACION DE LA CALIDAD EDUCATIVA
"TODOS A APRENDER"
Nombre de tutor: José Wilson Pérez
Ciudad residencia: Orito (Putumayo)
Celular: 3128134160
Usuario en skype: wilsonp772
Número de resolución: 274
Fecha de la resolución: 24 de enero 2.013
REFLEXIONES DE UN DOCENTE TUTOR
INTRODUCCIÓN
“El
empeño por implementar el PTCE, como estrategia clave de la Política de Calidad
Educativa 2011-2014, se fundamenta en reconocer que sí es posible una educación de excelente
calidad para todos los niños y niñas en Colombia pues tenemos las condiciones
para lograrlo. Esta aspiración no sólo es posible hoy en día,
sino que es una necesidad urgente y una responsabilidad ineludible de un
Estado responsable frente al país y a los procesos de globalización de la
sociedad. Para que Colombia se inserte con éxito en el siglo XXI no
basta con formar élites, se requiere de ciudadanos educados con altos
estándares.”(Documento Marco general PTCE)
Lograr
transformar las prácticas educativas en contextos donde las condiciones pueden
ser desfavorables para los procesos de aprendizaje; no es nada fácil. La
educación es un tema muy complejo: ‘‘La educación significa más que ganar y
ejercer un conocimiento y habilidades técnicas. También depende de nosotros
cultivar un tipo de artesanía. En este sentido, los educadores no son
ingenieros que aplican sus habilidades para llevar a cabo un plan o esquema,
son artistas que pueden improvisar e idear nuevas formas de ver las cosas. ’’
(Documento Marco general PTCE).La complejidad de lo humano, y el mundo
subjetivo hace que no exista formulas mágicas ni metodologías únicas y exactas
para aplicarlas en todos los escenarios donde se desenvuelven los docentes.
Pues bien, este trabajo consiste
precisamente en realizar un proceso de reflexión profunda, estimulando la
comprensión de nuestra realidad; una travesía por los lugares y espacios donde
se desempeñan los docentes de la zona rural del departamento del Putumayo; un
análisis sobre sus prácticas pedagógicas, sus dificultades, fortalezas,
particularidades y todo aquello que
puede estar influenciando en los procesos de aprendizaje. Tratando de
adentrarme en sus pensamientos, concepciones, sentimientos, tristezas, alegrías
y angustias cotejándolas con mis propios pensamientos y experiencias;
confrontándolas además con la realidad de las actuales políticas educativas.
La
importancia del rol del tutor en el mejoramiento de la calidad educativa del
Putumayo
Ser un docente
Tutor implica un gran reto y una gran responsabilidad y es de vital importancia
en el proceso de mejoramiento de la calidad educativa del Putumayo. El MEN, los
directivos, docentes y toda la comunidad educativa en general; esperan que seamos ese motor que apoye y dinamice los procesos
educativos en los E.E, para apoyarlos y ayudarlos a ser mejores. Los
Tutores somos percibidos por los docentes, como aquellos líderes pedagógicos de
quienes esperan recibir toda la ayuda y el apoyo para
desarrollar sus conocimientos, habilidades y competencias; acompañándolos en la
búsqueda de soluciones a los problemas que los afectan en sus prácticas de
aula.
Nuestra labor está centrada principalmente en el acompañamiento y
seguimiento de las prácticas de aula con el fin de mejorarlas; por lo cual exige toda la preparación, el
profesionalismo y la responsabilidad del caso. Los Tutores
seremos los encargados de orientar,
hacer esa supervisión pedagógica, evaluar los procesos de enseñanza e
investigación; ser coordinadores de procesos de perfeccionamiento docente y de
cambio en las practicas docentes de calidad; promovemos
la puesta en marcha y mejoramiento de ambientes de aprendizaje efectivos en
contextos especialmente difíciles como el nuestro.
Debemos organizar, orientar y observar las instancias de trabajo
pedagógico y de desarrollo profesional de los docentes de los establecimientos
educativos; en este sentido, debemos asegurar la existencia de mecanismos para
sistematizar información cualitativa y cuantitativa. Por otro
lado también
está en nuestras manos el promover el trabajo en equipo para construir conjuntamente en
comunidades de aprendizaje, alternativas de solución a los problemas educativos
institucionales; así como impulsar y mantener
una comunicación continua, con nuestros docentes.
Mediante el seguimiento y la evaluación que realizamos
los Tutores; podremos conocer el efecto o impacto que está causando el programa
PTA en el Putumayo; así como aquello que pueda aplicarse ya sea para corregir o
mejorar el programa. El seguimiento a los indicadores de las metas propuestas,
proporciona al programa y a las partes interesadas; indicaciones sobre el
avance y el logro de objetivos. Por su parte la evaluación proporcionará la
información creíble y útil que permita incorporar las enseñanzas aprendidas en
el proceso de toma de decisiones y planes de mejoramiento.
Como
se puede apreciar, el tutor desempeña un papel muy importante en el proceso de
la transformación de la calidad educativa; es el motor que dinamiza esos
procesos; llegando hasta donde el MEN, no había podido llegar.
RE-CONCEPTUALIZAR LA LABOR DOCENTE
Re- conceptualizar es una
buena estrategia que permite al docente reformular, repensar y reflexionar
sobre su quehacer dentro del aula. En la educación como en las ciencias nada
está por sentado y precisamente el volver sobre conceptos como por ejemplo:
evaluación, autoridad, disciplina entre otros; ha generado cambios en la manera
de entender y de asumir estas concepciones. Pero en un mundo de cambios
vertiginosos poco se ha debatido sobre la re-conceptualización de la labor
docente. ¿Qué implica ser un buen docente?, ¿Cómo debe ser su perfil?, ¿Qué
elementos deben tenerse en cuenta en su formación?
La
labor docente es muy compleja, pero existe una gran amenaza como lo afirma
Henry Giroux en su documento sobre “Los profesores como intelectuales
transformativos: Una de las amenazas más
importantes a que tienen que hacer frente los futuros y los actuales profesores
de la escuela pública es el creciente desarrollo de ideologías instrumentales
que acentúan el enfoque tecnocrático tanto de la formación del profesorado como
de la pedagogía del aula “. Esto
reduce la labor docente a un simple administrador, donde lo único que importa
es como enseñar, que libros se deben utilizar,
las formas de transmitir ciertos
conocimientos y las técnicas que se deben utilizar para controlar la disciplina
etc. Según Giroux, las cuestiones centrales referentes al aprendizaje se
reducen a un problema de gestión el cual se podría enunciar así: « ¿Cómo asignar los recursos (profesores, estudiantes y
materiales) para conseguir que se gradúe el mayor número posible de estudiantes
dentro de un espacio de tiempo determinado?»
“Lo que es evidente en este enfoque es que organiza la vida
escolar en torno a expertos en currículos, en instrucciones y en evaluación, a
los cuales se asigna de hecho la tarea de pensar, mientras que los profesores
se ven reducidos a la categoría de simples ejecutores de esos pensamientos. El
efecto es que no sólo se descalifica a los profesores y se les aparta de los
procesos de deliberación y reflexión, sino que, además, la naturaleza del
aprendizaje y la pedagogía del aula se convierten en procesos rutinarios.”
Pero los cambios socioculturales e históricos plantean la necesidad de
profesionalizar a un sector que históricamente
fue, a lo sumo, definido como un conjunto de técnicos reproductores de
saberes elaborados por otros. Como
siempre ocurre cuando se quiere modificar alguna situación, las nuevas
propuestas generan resistencias; esto lo puedo evidenciar en mi corta
experiencia como Docente Tutor; no todos se muestran entusiasmados con los
cambios y se resisten a participar de las jornadas de formación. Unos por
pereza, otros por soberbia y, sobre todo, están aquellos que sufren los
obstáculos que les impone nuestra realidad, como lo es las características
geográficas y sociales de nuestro contexto (Departamento del Putumayo);
dejándolos sin horarios disponibles para perfeccionarse.
Lo cierto es que prepararse para dar clase en los nuevos tiempos
exige comprender el rol político que cumplen maestros y profesores para
garantizar el derecho de los niños a aprender y, en consecuencia, para la
construcción de una sociedad más justa y equitativa. Es una tarea muy compleja
que exige a los docentes a comprometerse y visualizar su trabajo teniendo en
cuenta varios roles.
El docente como profesional, teniendo en cuenta las actitudes y
aptitudes que exige la profesión, como el manejo de las relaciones personales,
la seguridad en sí mismo, el dominio de la materia y mucho más.
El docente como estudiante permanente; la docencia es uno de los
pocos trabajos donde el aprendizaje es constante; pero la mejor manera que
tiene un maestro de capacitarse es sobre la propia práctica. Es necesario crear
condiciones de trabajo docente que favorezcan la labor colectiva y que ayuden a
la formación permanente. Las transformaciones tienen que operarse en la cultura
institucional. Como en todas las situaciones tiene que haber individuos que
impulsen el cambio, pero si lo
hacen solos, a lo Quijote, no coagulan, no se
plasman. Hay que apoyar estos cambios; y en esto sí el MEN hizo un gran
acierto, con su programa PTA, el cual brinda acompañamiento y seguimiento
continuo a los docentes desde sus prácticas, con el grupo de formadores y
tutores, apoyándolos con observación, orientación, grupos de discusión donde se
abordan experiencias se recomienda bibliografía y mucho más. Todo para que los
docentes que tienen que desempeñar sus labores en situaciones adversas, no se
sientan solos y abandonados. El perfeccionamiento docente se desarrolla más
rápido, sí hay gestores que los impulsan.
El docente como actor político, es urgente
la formación de un docente que pueda responder a la responsabilidad política de
la educación, en una sociedad tan diversa y compleja donde lo único que tienen
por igual los estudiantes es el derecho a aprender. Frente a esto, no debemos
formar maestros para un único terreno social, sino paraqué puedan generar
multiplicidad de caminos hacia el aprendizaje a partir de la diversidad de
experiencias sociales y familiares con que chicos y adolescentes llegan a la
escuela
¿Nuestros docentes están
preparados para generar esa multiplicidad de caminos?
El docente como servidor social, deberá situarse social y
políticamente en el lugar en el que vive: el
contexto social, cultural, histórico y pedagógico. También debería ser capaz de
trabajar en equipo y estar perfeccionándose constantemente porque la vida
cambia mucho más de prisa de lo que cambian
las aulas. El estar educándose de manera perpetua
hoy es cuestión tanto del alumno como del profesor. Es una cuestión actitudinal
ante la
vida, de una profesión abierta, de interesarse por la cultura, por el cambio, y
esa actitud
hay que volcarla a los estudiantes.
Siguiendo este
orden de ideas me parecen muy precisas las palabras de Giroux cuando afirma: “Un punto de partida para plantear la cuestión de la
función social de los profesores como intelectuales es ver las escuelas como
lugares económicos, culturales y sociales inseparablemente ligados a los temas
del poder y el control. Esto quiere decir que las escuelas no se limitan
simplemente a transmitir de manera objetiva un conjunto común de valores y
conocimientos. Por el contrario, las escuelas son lugares que representan
formas de conocimiento, usos lingüísticos, relaciones sociales y valores que
implican selecciones y exclusiones particulares a partir de la cultura general.
Como tales, las escuelas sirven para introducir y legitimar formas particulares
de vida social. Más que instituciones objetivas alejadas de la dinámica de la
política y el poder, las escuelas son de hecho esferas debatidas que encarnan y
expresan una cierta lucha sobre qué formas de autoridad, tipos de
conocimientos, regulación moral e interpretaciones del pasado y del futuro
deberían ser legitimadas y transmitidas a los estudiantes”.
Como podemos ver la profesión docente es muy
compleja; pero si quisiéramos resumir toda esta complejidad, repensar y
reestructurar el trabajo docente; se reduciría a contemplar a los profesores
como intelectuales transformativos. Este es un concepto que utiliza
Giroux. En primer lugar, ofrece una base
teórica para examinar el trabajo de los docentes como una forma de tarea
intelectual, por oposición a una definición del mismo en términos puramente
instrumentales o técnicos. En segundo lugar, aclara los tipos de condiciones
ideológicas y prácticas necesarias para que los profesores actúen como
intelectuales. En tercer lugar, contribuye a aclarar el papel que desempeñan
los profesores en la producción y legitimación de diversos intereses políticos,
económicos y sociales a través de las pedagogías que ellos mismos aprueban y
utilizan.
Los docentes tenemos en nuestras manos una gran y
compleja responsabilidad, tenemos un llamado, un propósito; somos intelectuales
transformativos, y nos estamos formando para formar personas. Debemos empezar a
ganarnos el reconocimiento social e intelectual que nos merecemos.
Documento PDF:
Los profesores como intelectuales transformativos. Henry A. Giroux
Educación
y docentes del siglo XXI
Las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación lo han cambiado todo, la
forma de vivir, de trabajar, de producir, de comunicarnos, de relacionarnos de
comprar, de vender, de enseñar y de aprender. Todo el entorno es distinto. La
demanda de empleo exige una preparación que obliga al conocimiento de todo
aquello que tiene que ver con la sociedad de la información, las nuevas
tecnologías, la especialización profesional, la interacción y utilización
eficiente de los recursos, y en fin de todo aquello que facilite la inserción
laboral y profesional. Todos necesitamos para nuestro futuro profesional y para
desenvolvernos con éxito en un mundo tan modernizado; la utilización de los
medios tecnológicos.
La
educación por su parte ha debido adaptarse a estos cambios para salvaguardar su
función socializadora. La incorporación de las TIC es un proceso que no tiene
reversa y tarde o temprano deberemos enfrentarlo. La pregunta entonces es, como
maestro, ¿Estoy preparado?, ¿Un profesor formado en el uso de las TIC en su
práctica docente y con pleno acceso a internet, es más competente que uno que
no tenga acceso a estos recursos?, ¿Sabemos hacer un uso inteligente de los
recursos tecnológicos en nuestros contextos educativos?, ¿Qué competencias
debemos tener los docentes en el futuro?,
¿Qué pasará con la educación del futuro?
Palpablemente
se puede inferir que la época en que los profesores daban la misma clase año
tras año, utilizando el mismo cuaderno “preparador” (amarillento tanto estar
gastado); afortunadamente esta por pasar.
Mucho
se ha dicho acerca de la necesidad de cambio por parte de los profesores de
cara a los nuevos tiempos. Sin embargo, en ese discurso hay mucho de palabras
trilladas y poco de acciones concretas y efectivas. No cabe duda de que el
cambio es necesario; pero la cuestión central de este asunto es identificar la
dirección y el propósito de este cambio. ¿Qué deben cambiar los docentes de su perfil y porque
cambiar?
El
profesor “transmisor de información” tuvo algo de sentido en aquellas épocas en
que el acceso a la información por parte de los estudiantes era una posibilidad
remota fuera de las fronteras de la escuela. Algunas enciclopedias caseras, y
algunos recursos de las instituciones educativas (no muy actualizados) eran las
únicas opciones. Sin embargo y por experiencia ya que he trabajado en la zona
rural (Orito-Putumayo); esta situación en pleno siglo XXI, aún está vigente.
Muchos de mis estudiantes durante la primaria, jamás experimentaron el placer
de estar en una biblioteca; casi nunca
podía hacer un trabajo de consulta o investigación y cuando lo hacía me tocaba
a mi mismo rebuscarme los libros.
Hoy
las cosas son distintas y lentamente la situación ha ido cambiando. Las
instituciones educativas se están dotando con salas de informática e internet,
permitiendo a los estudiantes acceder a mucha más información y muchas veces
más actualizada que la que maneja el profesor. ¿Qué sentido tiene hoy un
profesor cuyo papel se limita solamente a transmitir información?
Sin embargo es común seguir con esta
tendencia; y es que uno enseña como le enseñaron; creo que salvo contadas
excepciones, la mayoría hemos recibido una educación basada en el verbalismo
durante casi toda nuestra vida y especialmente en nuestra preparación
profesional o universitaria.
En particular nuestras creencias sobre la enseñanza se establecen desde los
primeros años de nuestra propia experiencia como estudiantes y, dado que las
creencias se resisten tanto más al cambio cuanto más temprano se hayan
adquirido, cambiarlas es aun más difícil. Igualmente se sabe que estas
creencias resisten a los procesos de formación y el cambio en la estructura de
creencias cuando se es adulto es raro (Pajares, 1992). Otra razón sobre la gran
resistencia del personal docente a cambiar, se debe a que, el romper con la
rutina perturba una situación habitual. Los profesores debemos asumir un rol
distinto frente a la educación si queremos seguir jugando un papel valioso en
ella. Relacionar los contenidos, contextualizarlos, acercarlos a la realidad de
sus estudiantes, proveerles significatividad, apuntar al desarrollo de procesos
de pensamiento, entre otras, son labores docentes más relevantes en la
educación del siglo XXI. Enseñar profesionalmente es una actividad que no es
intuitiva y si bien todos podemos y hemos enseñado en algún momento, hacerlo
profesionalmente, de forma sistemática y efectiva es una actividad profesional
altamente especializada (Ball & Forzani, 2009). ¿Pero cómo hacerlo? En la
educación siempre se nos dice el “que” cambiar pero nunca el “como”. Estos aspectos espero abordarlos y ampliarlos
en su debido momento, y es que la educación es un tema de nunca acabar y hay
mucha tela de donde cortar. Por ahora no quiero desviarme del tema.
¿Son
los medios tecnológicos la respuesta para tener una mejor educación?
Evidentemente el uso de las TIC en educación tiene muchas ventajas. Por
ejemplo, generar espacios donde lo oral, lo visual, lo escrito y la multimedia
se combinan. Pero no debemos olvidar que los medios no son suplementarios a la
enseñanza, ni su soporte; son un estímulo. Los medios son un mero auxiliar del
profesor. Equivocados están quienes otorgan a las nuevas tecnologías un poder
mágico y creen que su sólo uso puede transformar el proceso de enseñanza y
aprendizaje. Por ejemplo la reflexión y el pensamiento crítico no se fortalecen
con el “copie y pegue”, ni la fantasía y la creatividad con el paint; y qué
decir del corrector ortográfico de Word, que impide que se desarrolle la
capacidad de reconocer el error, comprenderlo y corregirlo
Un
temor que ha venido creciendo es que si en un futuro próximo, la incorporación
de la tecnología terminará reemplazando al maestro. Como van las cosas pienso
que sí; los maestros obsoletos serán reemplazados; pero no serán reemplazados
por la tecnología sino por otros maestros que sepan hacer un buen uso de ella y
generar valor al proceso educativo mediante su constante actualización en
conocimiento, didácticas, y espacios que permitan un aprendizaje enriquecido
para sus estudiantes.
La tecnología jamás podrá reemplazar
la riqueza de la interacción dialógica entre profesores y alumnos. No es lo
mismo interactuar con otra persona que interactuar con un computador.
Interactuar en una escuela implica un espacio de encuentro social, una
comunicación que va desde el gesto de dar la mano, la mirada, la sonrisa, o el
entrecejo fruncido como gesto de desaprobación.
De la misma forma como la tecnología
se ha convertido en una bendición para los tiempos modernos; el mal uso que se
haga de ella la puede convertir en un infierno, creando una sociedad cada vez
más deshumanizada. Por ejemplo, los chicos pueden ir perdiendo progresivamente
las habilidades para resolver conflictos y problemas corrientes de la vida
diaria, para poder convivir en sociedad. Una diferencia de criterios personales
no encontrará solución en Encarta; ni google podrá dar respuesta y satisfacer
todas las necesidades espirituales; ni el mejor video juego podrá satisfacer
las necesidades afectivas.
Los docentes y la tecnología son
igualmente importantes, y se deben complementar. La tecnología por más
revolucionaria y completa que sea no puede funcionar por sí sola; requerirá
siempre del acompañamiento de profesores, lo más capacitados posibles; del
mismo modo que un profesor por más motivado que sea, no podrá con una simple
pizarra, preparar efectivamente a los alumnos, con las competencias que
requiere para insertarse con éxito en la sociedad del siglo XXI. Ignorar el rol
de la tecnología es tan erróneo, como pensar que la sola tecnología podrá
resolver los problemas de la educación.
El propósito fundamental de esta
reflexión, es apreciar los cambios sociales que actualmente estamos viviendo y
replantearnos el rol que como docentes debemos desempeñar; y las competencias que
debemos poseer para desenvolvernos en esta;
la llamada sociedad del conocimiento.
Las posibilidades que brindan las
nuevas tecnologías como herramientas didácticas son muy importantes, y es
necesario aprovechar todas sus potencialidades para formar seres humanos más
justos, capaces y cooperativos. Es determinante afirmar que lo importante no es
la tecnología como tal, sino lo que los formadores docentes puedan hacer con
este elemento, para humanizarla; de lo contrario estaremos agravando la
situación; contribuyendo a formar seres individualistas, mudos, ausentes,
evadidos, despersonalizados. En la actualidad se puede apreciar que en las
grandes ciudades, paradójicamente, los seres humanos están más aislados. Por
andar conectados, hemos terminado desconectados.
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